Como Jesús nos habla a los
jóvenes de diferentes maneras por medio
de las Sagradas escrituras hablando sobre diferentes temas colocándonos ejemplos sencillos pero reales,
enseñándonos a los jóvenes, como a toda la humanidad, la
necesidad ser confrontado con la Palabra de Dios a partir de ciertas leyes que
muchas veces no son respetadas como los mandamientos : “No adulteres. No mates. No hurtes. No digas
falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre”. Los jóvenes preguntan muchas veces para
mostrar lo que saben, para fijar sus ideas, porque ya tienen su propia
respuesta, que consideran correcta. Piden consejos, aunque ya ellos tienen
decidido lo que van a ser, buscan ser aprobados por los adultos, algunas veces
motivados por la aprobación que ya le dieron sus “amigos”, tan inexpertos como
ellos.
Cristo habla a los adultos, a los padres,
cuando nos enseña cómo es Él y como somos nosotros: Dios establece sus reglas
movido por su amor por la humanidad: “Dios no quiere que nadie se pierda”. Su
ley, sus mandamientos, sus estatutos no buscan la perdición, sino la salvación
de una humanidad.
El propósito de Cristo era mostrar el
enfoque correcto: Nuestra mirada no debe estar en una computadora, un celular,
ropa o zapatos de moda, ni en caprichos. Nuestra mirada debe estar en los
valores, en los principios, en las riquezas eternas, en el costo de la
salvación: La cruz, en ella Dios refleja su amor, en la obra de lo que Jesús
hizo y hace por nosotros, no en la nuestra.
Ahora sabía que la salvación no depende de
su conocimiento intelectual, de sus puntos de vista, sino de enfocarse, no en
lo que él supuestamente había hecho bien, sino en lo que Dios dice: “No tendrás
otros dioses delante de mí”. Al cielo no se va por méritos propios, sino por el
mérito de otro y ese es Cristo en su muerte y muerte de Cruz.
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